LA SONRISA DE NAVIDAD - ÁFRICA 1974

De Navidad en Navidad se avanza, quedan recuerdos. He vivido por 12 años en África en Zambia y no me olvido de mi primera Navidad. Desde mi primer libro “Milano - Kafue, ida y vuelta” destaca la página con la sonrisa navideña de Dasian, quiero compartirla.



OTRO MUNDO, SIN NIEVE

Los días pasan rápido en todas partes del mundo. Hace 6 meses vivía in Zambia como misionero Así que me encontré a pocos días de la Navidad, sin darme cuenta. La culpa no era solo mía: todo es tan diferente aquí desde el ritmo y por el clima de la Navidad milanesa. No hay frio, no hay niebla, no hay nieve no hay estrellas fugaces, no existe el perfume del panetón: no hay el frenesí de la Navidad europea (pero ¿esa es la “verdadera” Navidad?).
Aquí todo parecía tranquilo, como otro mundo, con la naturaleza en el esplendor de la vegetación y de sus flores; es el tiempo de la lluvia y del sol que arde. Los chicos también parecen poco cerca de la misión de Kafue. Para ellos era el tiempo de las largas vacaciones de fin de año, y muchos se aprovecharon para volver a las aldeas de origen.
Me quedaba un gran compromiso: preparar el discurso de Navidad en ciniangia: compromiso que exigía sudor, aplicación y horas y días de tiempo.
De todos modos, continuaba a preguntarme: “¿Quién sabe cómo será la Navidad aquí?” ¿Será una fiesta sentida o tal vez un día como cualquier otro?

UNA HERMOSA SONRISA NAVIDEÑA

Pero todas mis dudas desaparecieron de repente en la hermosa sonrisa de Dasian, el chico que se sentó a mi lado a las 18:30 de la Víspera de Navidad. Dasian es un niño de doce años, asiste al quinto grado, es pobre, vive en una casa – mitad cabaña y mitad barraca – a unos tres kilómetros de la iglesia. Ya no recuerdo si en ese momento llevaba zapatos; claro que no estaba vestido para una fiesta, aunque si estaba en orden. Para Navidad no esperaba nada, ni pantalones nuevos, ni un libro, ni un postre, ningún regalo.
Yo estaba recitando el breviario, en el fondo de la iglesia, cuando él llegó y se sentó a mi lado, sin hacer ruido, sin decir nada. En cuanto me di cuenta de su presencia, lo miré y me sorprendió de inmediato su rostro – un hermoso rostro negro – iluminado por la sonrisa de sus dientes blanquísimos. “Hola, ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? ¿Deseas algo?”. Él no respondía: me miraba y sonreía. Voy a intentar otra pregunta, haciendo uso a mi repertorio lingüístico en ciniangia: “¿Vendrás a la Misa de Medianoche?” “Oh, sí – respondió – he venido por eso”. En su sonrisa cada vez más hermosa comprendí la verdadera razón de su alegría: ya estaba listo para ser monaguillo, para ver a Jesús nacer en el altar, junto a él. Ha estado esperando horas y horas sin perder la sonrisa. Luego lo vi durante la Misa: devoto y atento. A las dos de la mañana lo llevé de vuelta a su cabaña: su sonrisa aún brillaba en la noche llena de estrellas. Comprendí, con envidia, que Jesús había nacido realmente en el corazón de Dasian, el monaguillo africano, que había dejado su corazón abierto de par en par a la llegada de Jesús.
Así yo quiero vivir mi Navidad número 12 en Huacho, con la sencillez y sonrisa de Dasian. Que así sea también para todos mis lectores.
Feliz Navidad a todos

Don Antonio Colombo

Huacho 22 dicimbre 2019

ULTIMA NOTICIA

Como un precioso regalo navideño acogeré el Arzobispo de Milano Monseñor Mario Delpini en mi casa por tres días a partir de martes 7 de enero. Celebrará la Misa en la Catedral a las 7:00 pm. Una alegría también para toda la Diócesis.